lunes, 19 de marzo de 2007

¿No tenemos tiempo para tener tiempo?

Un artículo sobre las prioridades en la vida y cómo administrar nuestro tiempo para lograr nuestras metas personales y profesionales.

Antonio Domingo / Fénix Media. http://www.fenixmedia.com

Resumen

Nos hemos ido metiendo en la vorágine del día a día y hemos ido perdiendo la perspectiva de lo que deseábamos lograr en la vida. Es necesario hacer un alto en el camino y mirar lo que de verdad sentimos dentro, lo que nuestro corazón anhela lograr y lo que de verdad merece la pena que le dediquemos nuestro tiempo y nuestro esfuerzo. Si no lo hacemos, antes o después pagaremos un precio aún mayor.

Hemos entrado desde hace algunas décadas en una vorágine de actividad que nos mantiene ocupados las 24 horas del día si se lo permitimos, y nos vamos a dormir cada día, con la sensación de que no hemos terminado lo que teníamos pendiente, y lo peor es que es cierto.

La vida en el final del pasado Siglo XX y comienzo de este apasionante Siglo XXI se ha convertido en una espiral de continua acción que resulta imparable, hasta el punto de que no sabemos dónde han ido a parar esos ratos de ocio que antes teníamos y no somos capaces de encontrar esos huecos para sentirnos dueños de nuestro propio tiempo y escapar de la sensación de ser arrastrados por la corriente de agua de la vida descendiendo río abajo. ¿Que hemos hecho con nuestro tiempo?

La sociedad actual ha cambiado nuestra forma de vivir, absorbiendo nuestra privacidad y nuestros momentos de esparcimiento, incluso aquellos ratos que compartíamos con la familia, los hijos, los amigos, o hasta esos momentos en que simplemente nos dedicábamos a no hacer nada y nos quedábamos extasiados mirando una nube mecida por la brisa.

Pero reflexionemos realmente sobre lo que ha pasado. ¿Acaso ahora tenemos menos tiempo que antes? ¿Nos han quitado alguna de las 24 horas que tenían nuestros días? No, por supuesto que no, lo que ha ocurrido es que hemos cambiado el orden de prioridades de nuestro tiempo.

El tiempo de cada día es una suculenta tarta y el problema es que empezamos repartiendo a los demás y cuando queremos darnos nuestra ración... no quedan sino migajas, e incluso, si surge la ocasión, también sacrificamos éstas. Aunque nos duela reconocerlo, ésta es nuestra situación diaria y el problema principal es que no somos consciente de ella.

Voy a contaros una historia que quizás os haga reflexionar sobre este punto:

Érase una vez un ejecutivo muy ocupado con su trabajo. Todos los días llegaba tarde a su casa y tras saludar a su hija, se metía en el despacho a seguir trabajando. Su niñita de 5 años acudía a verle porque deseaba estar con su papi, pero siempre la regañaba diciéndole que tenía mucho trabajo.

La historia se repetía una y otra vez, hasta que un día la niña al sentirse regañada de nuevo, en vez de irse, se volvió a su padre y le preguntó:

H: Papi, tú en tu trabajo, ganas mucho dinero ¿verdad?

P: Pues no, hija, gano dinero pero no mucho, por eso tengo que seguir trabajando en casa.

H: Papi, ¿Me podrías decir cuanto ganas en una hora en tu trabajo?

P: Hija, me haces unas preguntas... Por favor déjame que tengo muchas cosas que hacer.

Ante lo cual, la niña lejos de darse por vencida, volvió a preguntarle a su padre.

H: Papi, de verdad, dime cuanto ganas en una hora en tu trabajo

P: Si te lo digo, ¿me dejarás que siga? - Le preguntó inquisitoriamente el padre.-

H: Si, dímelo y me voy.

P: Pues... - y se puso a hacer cálculos- aproximadamente unos diez euros.

H: Gracias – dijo la niña marchándose de inmediato –

El padre se quedó desconcertado por la insistente pregunta de la niña, pero se puso de nuevo a trabajar, hasta que oyó un estruendo enorme que provenía del cuarto de su hija, por lo que se levantó enfurecido dispuesto a regañarla de nuevo, convencido de que la niña había roto algo importante.

Cuando entró en el cuarto de la pequeña, vio que ella estaba en el suelo con la hucha de barro rota en mil pedazos y contando las monedas.

Justo cuando el padre iba a empezar a lanzar sus chillidos más feroces por lo que había hecho, la niña se acercó mirándole a los ojos y las manos llenas de monedas y le dijo:

H: Papi, toma este dinero.

El padre desconcertado, puso las manos y recogió el dinero que le daba su hija y le preguntó...

P: Pero hija, ¿por qué me das este dinero?

H: Papi, te compro una hora de tu tiempo...

La paradoja de esta historia es que igual que en la vida, debemos empezar por las cosas más importantes, no por las urgentes, pues si no planificamos nuestro tiempo, la vida se encargará de administrárselo a su manera y, finalmente, no veremos en esta historia sino el espejo que nos devuelve la realidad en la que vivimos.

Llevo quince años trabajando sobre el tema de la planificación del tiempo y asesorando en esta área a muchos empresarios, amigos, empleados, ejecutivos, estudiantes y personas de muy diferente índole y las principales conclusiones son, por un lado, que nadie nos enseña que el tiempo es un bien escaso y que, aunque es nuestro mejor recurso, no es ilimitado pues no estaremos aquí para siempre y algún día de pronto se agotará sin avisar y todo lo que no hayamos hecho, se quedará sin hacer y, por otro lado, que hay métodos de poder administrar nuestro tiempo y nuestras prioridades, y que eso puede ser aprendido por cualquiera sin necesidad de tener una cualificación universitaria, pudiendo tomar el control definitivo sobre nuestras vidas.

Estamos entrando en una nueva era y tenemos que cambiar la forma de administrar nuestro tiempo, tenemos que empezar por decidir cuáles son nuestras prioridades, cuáles son las metas que deseamos cumplir a largo plazo, qué sueños nos arden en el corazón, tanto a nivel personal como profesional, espiritual o social, y volcarnos hacia ellos, planificar el camino que nos llevará a lograrlos, porque si se lo plantea y lo decide, todo se puede lograr. ¿Cuáles son esas prioridades para usted?

Esa es una gran pregunta y aunque no puedo responderle en un par de líneas, le adelanto que lo tiene que descubrir cada uno mirando hacia su interior, pero se me antoja que algunas de ellas podrían ser: tiempo para la familia, tiempo para los hijos, tiempo para el desarrollo personal, tiempo para la reflexión... quizá en su vida haya otras prioridades que yo no he puesto, ¡no las deje aparte!

Piense lo que sería de su vida si alcanzara al menos el 30% de esos sueños que duermen en su corazón, o si pudiera dirigir su vida sintiendo que el timón está en sus manos y nadie puede obligarle a variar ese rumbo, o si pudiera tener tiempo para poder hacer efectivos esos talones sin fondos que emite a su familia de su banco del tiempo cada vez que les promete disfrutar juntos de la vida. Todo depende de usted, y sólo de usted.

Y por ultimo, recuerde lo que le dije antes: si no programa su tiempo, la vida lo utilizará a su manera sin contar usted, y estas áreas de su vida nunca encontrarán su pequeño espacio, y antes o después se arrepentirá de cómo ha vivido.

Les deseo muchos éxitos en la vida y, como siempre, les animo a que sigan SOÑANDO EN GRANDE que ésa es la clave principal del éxito, no se conformen con menos.

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